Ambientación General

Cuando un grupo de magos ambiciosos abrió la caja de Pandora, nunca imaginó lo que liberaría de ella. Lejos de obtener el poder que buscaba, lo que hicieron fue destruir el equilibrio del mundo y… de la realidad misma.

Una fisura se abrió entre dimensiones, una grieta abismal que absorbió a decenas de magos y brujas, arrastrándolos a un universo paralelo donde padecieron todo tipo de tormentos. Cuando al fin volvieron, no eran los mismos. Regresaron traumatizados, inestables… algunos completamente corrompidos y resentidos. 

Pero lo que regresó con ellos fue algo aún peor: caos en su esencia más pura. 

Comenzaron a desatarse desastres naturales que desconcertaban a los muggles y apenas podían ser contenidos por los magos. Volcanes milenarios despertaron de su letargo, olas gélidas engulleron costas enteras, tormentas de arena luminiscente arrasaron poblados, y una niebla oscura fue capaz de provocar las peores pesadillas.

El índice de suicidios se disparó. Decenas de thestrals nacieron como presagios de muerte, y criaturas nuevas, jamás vistas ni siquiera por Newt Scamander, comenzaron a emerger: bestias de garras negras y ojos incontables; entidades de humo y sangre; seres capaces de devorar hechizos… y a los magos que los conjuraban.

Este extraño mal se extendió sin tregua por todo el mundo, haciendo tambalear incluso a los ministerios de magia más poderosos y afectando hasta a las tribus mágicas más alejadas. 

En el Reino Unido, el Ministerio de Magia no supo cómo responder ante tantos males acumulados. El miedo se apoderó de todos. El pánico dio paso al caos, y el caos, a la división. 

Hoy, el Ministro Seraphin Malarkov ha sido forzado a renunciar, y la comunidad se encuentra fracturada en tres facciones irreconciliables.

Grupos de Interés

Los Merlinistas

El bando que busca poder

Una de las facciones surgidas tras la renuncia de Malarkov es un grupo recientemente formado, compuesto por sectores conservadores que, ante el caos reinante, han visto una oportunidad para recuperar el poder que alguna vez ostentaron. Su objetivo es claro: tomar el control absoluto del Ministerio de Magia y restaurar el orden según sus propios ideales. Para ello, han comenzado a impulsar con fuerza la candidatura de Olympia Wescott, una bruja de sangre pura, elocuente y carismática, que promete devolver la estabilidad… aunque sea a costa de las libertades conquistadas en las últimas décadas.

Wescott encabeza un movimiento político emergente conocido como Merlinismo, que sostiene que el colapso del mundo mágico no es resultado del azar ni del caos sobrenatural, sino de décadas de gobiernos débiles, fragmentados y excesivamente permisivos.

Su lema resuena con inquietante familiaridad: “La magia es poder. Es nuestro poder. Y si no la protegemos, nos destruirá.”

A diferencia de los antiguos mortífagos, los merlinistas no glorifican la violencia ni rinden culto a la figura de Voldemort. De hecho, condenan públicamente los excesos del pasado. Pero su crítica no apunta al fondo, sino a la forma: aseguran que el verdadero error de aquella época no fue la intención de proteger la supremacía mágica, sino los métodos brutales con los que se intentó hacerlo.

Su propuesta es tan ordenada como peligrosa. Buscan establecer una Oficina Central de Registro Mágico, en la que cada mago y bruja quedaría documentado, con permisos explícitos para ejercer la magia. También pretenden supervisar a criaturas mágicas, seres no humanos y squibs, bajo un sistema de clasificación por «riesgo mágico». Todo en nombre de la seguridad.

El Culto a Cthulhu

El bando de la fe

En estos tiempos de desesperanza, donde la lógica y la política parecen haber fracasado, algunos magos y brujas han encontrado consuelo en una nueva religión: la adoración a Cthulhu, una criatura ancestral que, según los mitos, duerme bajo los océanos, esperando el momento de despertar.

Este culto oscuro está liderado por Hastur, un mago tenebroso que se autoproclama profeta. Su carisma hipnótico y sus poderes sobrenaturales atraen a los más desesperados, los más rotos… y los más fanáticos. Los iniciados llevan marcas visibles en la piel en honor a su dios que confirman su juramento: propagar la fe donde sea que vayan.

Se dice que acuden a Hastur para pedirle lo imposible: revivir a los muertos, alterar el pasado, viajar a otros mundos, romper maldiciones, curar enfermedades incurables. Y lo más inquietante es que… algunos de esos “milagros” se están cumpliendo. Los escépticos los tachan de locos. Pero incluso los más racionales comienzan a temerlos. Porque algo —algo antiguo, algo ajeno— parece estar respondiendo.

A diferencia de los otros bandos, el culto no busca el poder político. No participan en debates ni elecciones. No lo necesitan. Su misión es más antigua. Más profunda. Y mucho más peligrosa. Hoy, susurros sobre ellos recorren los pasillos de Hogwarts, los muros de Azkaban, las paredes del Ministerio. Su símbolo aparece grabado en piedras, puertas… y sueños.

La Orden del Fénix

La Unidad

Frente al autoritarismo de los merlinistas y la locura que amenaza con devorar el mundo mágico, aún queda una chispa encendida: la resistencia civil. Renacida de las cenizas, la Orden del Fénix ha vuelto. Integrada por antiguos miembros de la orden original, jóvenes idealistas y aliados del Ministerio que se niegan a rendirse, esta facción lucha por preservar los principios de libertad, igualdad y justicia que tanto costaron alcanzar.

Bajo el liderazgo de Nathan Lancaster, actual director de Hogwarts, y Harry Potter, ahora candidato a Ministro de Magia, la Orden del Fénix se ha convertido en el último bastión frente a la oscuridad.

Su lucha no se limita a la defensa política. También actúan en el campo, protegiendo a los magos y brujas que regresaron de otras dimensiones, dando voz a los más vulnerables, denunciando todo abuso de poder —venga de donde venga—, combatiendo al culto de Cthulhu y sus rituales prohibidos, rescatando criaturas mágicas perseguidas, y buscando sin descanso conocimiento arcano que pueda restaurar la armonía perdida.

No prometen milagros. No ofrecen un plan de control. Solo la esperanza de que un mundo más justo aún es posible. 

¿Será verdad?