Necronomicón

El Necronomicón es un libro de las sombras compuesto por los magos más poderosos del mundo. En la Conferencia de Prensa realizada por Emma Hudson se reveló que esta maldito, y que fue Albus Dumbledore el último que lo tuvo en sus manos.

El legendario mago lo ocultó en una cámara acorazada de Gringotts para que no terminara en las manos de Gellert Grindelwald y Lord Voldemort, dos magos oscuros que quisieron apropiarse de él para su propia causa.

De momento se desconoce qué información contiene, y que es capaz de hacer.

Algo de información extra #

Esta información no es conocimiento público, y es únicamente para dar contexto al foro.

Cuando los Apóstoles de la Magia enfrentaron cada uno de ellos a los Horrores Cósmicos, las noticias no corrían como pólvora, pero los efectos se notaron. Los rumores no tardaron en esparcirse, tanto en el mundo muggle como en el mágico.

En el mundo mágico diversas leyendas quedaron escondidas en polvosas librerías y en lejanos pueblos. Cada Horror Cósmico y cada Apóstol de la Magia tiene su lista de rumores, verdades y mentiras que le acompaña.

Los historiadores más viejos, los que han viajado por el mundo o tienen miles de contactos conocen algunas:

Se cuenta que el necronomicon se creó a sí mismo. Un nigromante experimentado, Abdul Alhazred, guiado por una fuerza más allá de su comprensión, convocó las magias más terribles que le pidieron canalizar su magia para la creación de éste objeto. Abdul no sabía lo que saldría de él, pero aceptó crearlo por curiosidad y por ambición. Jamás se le volvió a ver, pero en su biblioteca, solamente se encontró el libro.

El libro fue encontrado por dos niños curiosos que pretendían robar el hogar de Abdul, pero encontraron el libro. Lo tomaron y se lo llevaron a su padre, Ulises Gamp. Éste inmediatamente sintió la locura emanar del libro y lo guardó bajo llave en el sótano de su residencia. Sin embargo, sus dos hijos, Ulick y Uriah, seguían sintiendo curiosidad por el libro, lo que los llevó a abrir ocasionalmente la cerradura (sabían perfectamente los escondites de su padre) y comenzar a descubrir sus secretos.

Pronto los niños se dieron cuenta que no estaban preparados para lo que ahí aguardaba, así que se prometieron no abrirlo, pero con lo que sabían, comenzar a investigar. Así fue como los ambos niños, de 11 y 12 años comenzaron su travesía escolar, siempre curiosos, siempre haciendo preguntas inteligentes a sus profesores que les auguraron un futuro extraordinario, hasta finalmente graduarse de Hogwarts con honores.

Uriah, que era el mayor, aprovechó el último año de su hermano para adentrarse en los secretos del libro y aprendió muchas cosas. La Magia Arcana fue uno de ellos, sin embargo, Uriah no se daba cuenta de que cuánto más leía y más practicaba la Magia Arcana algo cambiaba en él, hasta que su padre lo encontró tan cambiado que le exigió respuestas.

Ulises Gamp entonces encerró a su hijo, para alejarlo de la influencia del libro, pero no se deshizo del libro. ¿Fue curiosidad o también ambición? Ulises se convenció de que era porque quería revertir lo que su hijo había sufrido. La transformación física de su hijo le atemorizaba, su cabello, antaño rizado y negro había comenzado a cambiar a color blanco, y comenzar a caerse, su piel de un bello color azabache, había perdido su brillo, y sus ojos comenzaban a parecer velados como los de un ciego.

Cuando Ulick se graduó y llegó a casa para encontrarse con ese escenario. Uriah le contó a Ulick todo lo que descubrió del libro, y las cosas horribles que podían pasar. Sin embargo, le pidió que él no siguiera leyendo el libro, que él ya estaba perdido por su imprudencia, y que como su hermano, le ayudaría a leer el libro y comunicarle lo más importante, para que él no tuviera que pasar por lo mismo.

Ulick Gamp se tomó en serio todo lo que su hermano le expresaba, todos los horrores que se desatarían y tomó cartas en el asunto. Como su inteligencia era privilegiada, comenzó a volverse una especie de eminencia entre los magos, lo que le llevó a formar parte del Concilio de Magos, y luego volverse miembro del Wizengamot.

Su popularidad, carisma y talento para la magia le ganó el puesto de Ministerio de Magia, donde calmó a la comunidad mágica asustada por el nuevo Estatuto Internacional del Secreto. También prohibió el uso de las maldiciones imperio, cruciatus y avada kedavra, como una manera de alejar el mal de los Horrores Cósmicos y la energía negativa que estas podían provocar.

Llevó el Necronomicon al Ministerio de Magia, y fue él quién fundó la tradición de pasarlo de Ministro a Ministro.

Fragmentos: La Obscuridad Sin Nombre y El Báculo de Merlín #

Y el libro, como si hubiera escuchado sus palabras, cedió a su voluntad y se abrió de par en par, sus páginas comenzando a girar con una serenidad casi sobrenatural hasta detenerse en un capítulo titulado «Merlín». En el centro de esa página, la imagen de un brujo se alzaba con una majestuosidad imponente, sosteniendo en su mano un báculo resplandeciente. La luz que emanaba de ese báculo parecía infundir esperanza en medio de la oscuridad, una promesa de protección contra las sombras que acechaban en los rincones más profundos del universo.

Era una herramienta poderosa, un símbolo de poder y resistencia contra el mal que se cernía sobre ellos. Merlín, el brujo de la luminosa estirpe, emprendió su viaje hacia lo desconocido, llevando consigo su fiel báculo y el valor forjado en las llamas del destino. En las profundidades de la oscuridad, se enfrentó al primer horror cósmico, La Oscuridad sin Nombre, cuyas sombras se extendían como garras voraces hacia la luz misma. El brillo del báculo arrojó destellos de luz que se contorsionaron y danzaron en el aire, desafiando las tinieblas con su fulgor. La oscuridad retrocedió ante la luz, como sometida por un poder superior, temerosa de enfrentarse al resplandor que iluminaba los rincones más oscuros de su morada.

La batalla fue feroz y despiadada, una lucha entre la luz y la sombra que se libró en los reinos más profundos del universo. Merlín enfrentó al horror cósmico como nunca nadie antes lo había hecho, sin ceder ante el terror que amenazaba con consumirlo con una valentía inquebrantable, decidido a proteger a aquellos que estaban bajo su cuidado. Las personas, antes sombrías y ajenas al brillo, sucumbidas ante sus propios demonios, fueron liberadas de sus cadenas gracias a su poder.

Este horror cósmico era una presencia maligna que se extendía como una sombra voraz sobre la tierra, contaminando cada rincón con su manto de terror y desesperación. Allí donde se posaba su sombra, la esperanza se desvanecía y el miedo se apoderaba de los corazones de los inocentes. Los sueños se convertían en pesadillas, y los pensamientos se veían inundados por la oscura influencia del mal. Los habitantes de los reinos afectados por la oscuridad sin nombre vivían en un constante estado de temor y desesperanza, y ante ello, se atacan entre si, sintiendo el peso de la angustia sobre sus hombros y la amenaza de la perdición acechando en cada esquina. Era como si el mundo mismo estuviera sumido en una noche interminable, donde la luz apenas podía penetrar y la esperanza se desvanecía en la oscuridad. Una noche interminable de la purga.

Pero al final, con un estallido de energía y un estruendo ensordecedor, la oscuridad sin nombre fue derrotada, su manto de sombras desgarrado por el resplandor del báculo de Merlín. La luz triunfó sobre la oscuridad, y el primer horror cósmico fue sometido a la voluntad del brujo, condenado a languidecer en las profundidades del abismo.