Baba Yaga es una de las figuras más antiguas y temidas del folclore eslavo, pero en las páginas ocultas del Necronomicón se revela su verdadera naturaleza: una bruja inmortal, capaz de cruzar la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Según el grimorio, su extraño poder proviene de su propia anatomía: una pierna humana y otra formada enteramente por huesos, símbolo de su doble existencia.
Vivía en una choza sobre patas de gallina que podía moverse a voluntad entre los planos de la existencia, dejando a su paso un rastro de magia antigua, huesos crujientes y un olor penetrante a muerte y brebajes. Su nombre, cargado de respeto y temor, fue susurrado durante siglos por aquellos que conocían los límites prohibidos de la magia.
Pero fue su obsesión con vencer a la muerte lo que selló su destino en el Necronomicón.
El Caldero de los Lamentos. #
El objeto legado por Baba Yaga en su capítulo es un caldero mágico, negro y corroído por siglos de uso, rebosante de un aura imposible de describir. Lejos de ser un simple recipiente de pociones, este caldero funciona como un traslador al mundo de los muertos, un plano velado entre dimensiones, donde los susurros de almas perdidas jamás cesan.
Para activar su poder, es necesario verter sangre fresca de un Sabueso de Leng, criaturas de pesadilla que custodian los secretos más oscuros de la existencia. Una vez activado, el caldero no sólo permite cruzar el velo, sino que es capaz de traer a los muertos de vuelta a la vida.
Sin embargo, este acto —aparentemente milagroso— vino con un precio terrible.
En su intento de dominar la muerte, Baba Yaga accidentalmente creó uno de los horrores cósmicos más temidos del Necronomicón: Los Resucitados. Estas entidades no son fantasmas, ni zombis, ni inferis, sino algo más profundo y perturbador. Son ecos deformes de las almas que alguna vez habitaron cuerpos humanos, atrapadas entre planos, incapaces de morir de nuevo.
A diferencia de los muertos vivientes comunes, los Resucitados retienen fragmentos de conciencia y recuerdos, pero corrompidos, distorsionados por el abismo del que emergieron. Son capaces de hablar, razonar, manipular… pero su esencia está infectada por una fuerza imposible de comprender. No están al servicio de quien los trajo de vuelta: están al servicio de la Muerte misma, y cumplen sus designios en la tierra.
Ubicación del Caldero. #
Tras comprender el horror que había desatado, Baba Yaga decidió esconder el caldero en un lugar donde pocos se atreverían a buscarlo: los Montes Cárpatos. Esta región, ya de por sí impregnada de misticismo y tragedias antiguas, se convirtió en su cripta secreta.
En lo más profundo de estas montañas, el caldero yace oculto, rodeado por maleficios, trampas arcanas y guardianes invisibles. Se dice que sólo dos tipos de personas pueden encontrarlo: los de corazón puro… o los verdaderamente depravados. El sendero hacia él es una prueba de voluntad, sacrificio y fe… o desesperación.
Notas Adicionales: #
- Acceso al caldero: Requiere localizar un Sabueso de Leng y extraer su sangre.
- Peligros del uso: Puede generar Resucitados si no se usa correctamente.
- Riesgo para el alma del usuario: Prolongada exposición al caldero o visitas frecuentes al mundo de los muertos pueden fragmentar la mente del mago y provocar despersonalización mágica.