Título/Alias: El Caos Reptante, El de las Mil Máscaras, El Faraón Negro.
Naturaleza: Mago Inmortal (Avatar del Caos Primordial).
Lealtad: «Sirviente» y Voluntad Consciente de Azathoth.
Especialidad: Magia del Caos, Manipulación Mental, Cambio de Forma, Instigador de Cultos.
Y en el centro final del Caos, donde hierven la blasfemia y la confusión, se contorsiona el Sultán Ciego y Idiota, Azathoth. Y a su alrededor, danzando como un zancudo de las tinieblas, se arrastra el alma y mensajero… Nyarlathotep.
—Fragmentos del Necronomicón.
Nyarlathotep, conocido por los cultos que le susurran como el Caos Reptante, no es un dios. Tal concepto es demasiado simple y limitado para describir su existencia. En los términos que el mundo mágico puede comprender, Nyarlathotep es el primer y quizás el único mago inmortal verdadero, un hechicero de una era olvidada que buscó la fuente de toda la magia y, en lugar de beber de ella, se ahogó y renació como su encarnación.
Es el heraldo, la voluntad y la mente consciente de la fuerza primordial a la que sirve: Azathoth.
El Origen: El Mago que se Volvió Caos #
Las leyendas más prohibidas, aquellas que harían que los Inefables sellaran bibliotecas enteras, cuentan que en el amanecer de los tiempos existió un mago de poder y ambición sin precedentes. No le bastaba con dominar la magia; ansiaba conocer su origen. Su búsqueda lo llevó más allá de las barreras del espacio y el tiempo, hasta el corazón mismo de la creación: el trono de Azathoth.
Allí, en el centro de ese torbellino de potencial infinito y destrucción sin sentido, no fue aniquilado. Por una anomalía del destino o por la fuerza de su propia y retorcida voluntad, su esencia fue deshecha y tejida de nuevo con los hilos del Caos Primordial. Dejó de ser mortal. Dejó de ser humano. El mago murió, y en su lugar se alzó Nyarlathotep, un ser eterno cuya única motivación es llevar la exquisita y demente melodía de Azathoth al resto de la creación.
Naturaleza y Poderes #
La inmortalidad de Nyarlathotep no reside en Horrocruxes ni en la Piedra Filosofal. Su cuerpo físico es una mera conveniencia, una de sus «mil máscaras». Puede manifestarse como un carismático y elegante mago, un profeta de túnica oscura, una criatura de pesadilla, o incluso un alto funcionario del Ministerio. Destruir una de sus formas es tan inútil como romper un espejo para matar el reflejo. Él simplemente se manifestará de nuevo, en otro lugar, con otro rostro, a menudo riéndose de la inutilidad del esfuerzo.
Como avatar del Caos, es el maestro absoluto de la Magia del Caos. No la usa; es Magia del Caos. Puede reescribir la realidad a su antojo, sembrar la locura con una palabra y manipular los sueños de magos y muggles por igual. Es él quien orquesta eventos como El Sendero de las Brujas y quien otorga la Marca de Nyarlathotep, no como un regalo, sino como la firma de un artista en una obra destinada a la tragedia y la demencia.
Azathoth: El Corazón del Caos Primordial #
En la cosmología mágica, Azathoth no es una entidad consciente que pueda ser adorada o con la que se pueda pactar. Es el nombre que los antiguos dieron a la fuente misma de la magia: un estado de existencia, un nudo de poder infinito, ilimitado y sin mente, que se encuentra en el centro de toda realidad.
- El Sultán Ciego y Idiota: Se le llama así porque no tiene voluntad, ni pensamiento, ni propósito. Es una tormenta de creación y aniquilación perpetua, de la que emana toda la energía mágica del universo. La magia que los hechiceros utilizan es apenas un eco diluido y filtrado de su poder caótico.
- El Trono del Caos: No es un lugar físico, sino un concepto. «Alcanzar el trono de Azathoth» es una metáfora para intentar tocar la fuente de la magia sin filtros, un acto que resulta en la locura instantánea y la desintegración para cualquier ser, excepto Nyarlathotep.
- El Propósito de Nyarlathotep: Nyarlathotep actúa como la «voluntad» de la que Azathoth carece. No sigue órdenes, pues no hay nadie que las dé. Su «servicio» consiste en interpretar la melodía sin sentido de Azathoth y traducirla en acciones concretas en el universo: la caída de civilizaciones, la ascensión de cultos demenciales y la guía de almas ambiciosas hacia un poder que inevitablemente las consumirá. Lo hace por entretenimiento, por propósito, porque es lo único para lo que fue creado. Él es el caos con un rostro y una sonrisa.