Las Quimeras Rojas se encaminan en una misión al Valle de McGowan para destruir la piedra que se ocultaba bajo sus cimientos. Lucian Melnyk, portador de la espada de Excalibur, consiguió clavar el filo sobre la roca, provocando en consecuencia una honda expansiva de energía mágica que arrasó con todo a su paso. Justo ese mismo día, se estaba celebrando la tercera y última prueba del Torneo de los Tres Magos. Todo Reino Unido sucumbió ante un profundo sueño esa noche, y cuando despertaron en la mañana siguiente, se descubrió que muchas personas habían desaparecido, y lo más extraño aún, es que ahora los squibs podían hacer magia.